Esta primera tarde fria de un abril
rezagado
mientras se oye atrevido el trinar de
los gorriones
he sentido rasgar mi corazón en
jirones
por historias que miran desde ojos del
pasado.
En esta tarde fría de un abril sin
malvones
mientras el cielo ignora mis ojos
reflejados
he perdido los versos que guardaban
perdones
y me han quedado, sueltos, los de amor
desolado.
Cuánto encierra el silencio que en el
alma se aprieta
mordiéndole las alas a los sueños
cansados
y entregando las armas, cual soldado
rendido.
Si pudiera quererte con un amor sin
grietas
regresarían mis versos, mis perdones
guardados,
y el encanto de abril, con malvones y
trinos.
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