La luna, señora y madre,
está cuidando sus hijos.
Vela su sueño y entona
canciones para dormirlos.
A los amantes, los mira
en silencio complacido.
Por aquellos que se mueren
siente el pecho estremecido.
Por el que roba, o tortura,
por el que no ofrece ayuda
o el miserable asesino
se pregunta en qué ha fallado
y se responde lo mismo:
la luna es madre, y la madre
no es dueña de los destinos.
(Práctica de poema octosílabo en el Club de la Escritura)
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